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Melody Gardot nació el 2 de febrero de 1985 en Filadelfia, estado de Pennsylvania (EE. UU.) A los 16 años, actuaba por algunos clubes de jazz de Filadelfia, para pagarse los estudios de música, tocaba el piano e interpretaba a los clásicos; Billie Holliday, Ella Fitzgerald, Duke Ellington, Sarah Vaughan, Ray Charles …

A los 19 años de edad, sufrió un terrible accidente. Un día, paseando en bicicleta por su ciudad, un vehículo todoterreno saltándose un semáforo en rojo se abalanzó sobre ella, causándole lesiones muy graves: doble fractura de pelvis, daños en la columna vertebral y traumatismo craneoencefálico, con diagnostico reservado.

Tuvo que permanecer un año hospitalizada, quedándole diversas secuelas, entre otras; un dolor crónico e irreversible. Todavía hoy, no puede permanecer demasiado tiempo en la misma postura y suele caminar apoyándose en un bastón. Pero la afectación cerebral le dejó además otras secuelas, como hipostesia (sensibilidad excesiva y molesta, a los ruidos y a la luz).

Tardó meses en hablar de nuevo –su cerebro funcionaba, pero las palabras no lograban salir de su boca- y más aún en volver a caminar. Un neurólogo la animó a utilizar la música como terapia.

Melody pasaba las horas tocando la guitarra en la cama y componiendo canciones. Como parte de su terapia de rehabilitación y teniendo en cuenta que ella interpretaba algo de jazz… Recostada en la cama intentaba canturrear ayudándose de una guitarra …

Así surgió, en 2005, el material de un EP de seis canciones que acabó llamándose Some lessons’ ‘The Bedroom Sessions’. una colección de temas en los que Melody contempla desde una perspectiva positiva y revitalizadora unas dotes y aptitudes de nuevo recuperadas.

“Sin ese accidente quizá no tendría mucho que decir”.

En 2008 edita su primer álbum titulado WORRISOME HEART . Este trabajo fue aclamado por la crítica nada más aparecer. Convirtiéndose en uno de los discos debut más impresionantes de la historia reciente del Jazz, consiguiendo la admiración de las mismísimas Norah Jones o Diana Krall. Al año siguiente, se editó MY ONE AND ONLY THRILL con producción de Larry Klein y arreglos de Vince Mendoza, se vendieron más de un millón de copias.

En una entrevista contaba; «Hay muchas historias de personas que han tenido experiencias próximas a la muerte y de cómo les ha cambiado la vida. Absolutamente todo cambia dentro de uno. Y fuera de nosotros, a nuestro alrededor. Para mejor. No me puedo imaginar más agradecida al despertar y por ser lo que soy ahora. «Es un milagro» «Cuando regresé a casa había un par de zapatos de tacón de aguja al pie de la cama y no dejaba de mirarlos pensando ‘algún día me los voy a poner’. Conocí a una osteópata, una persona muy especial a la que le importaba un comino el negocio de las aseguradoras médicas o el número de pacientes que se suponía debía de atender diariamente, y le pregunté ‘¿crees que podré volver a caminar algún día?’.

Y ella me contestó: «Yo te voy a ver bailando».

Viaje por los sentidos y las pasiones a través de la música de Melody Gardot

Se apagan las luces el escenario queda en penumbra, reina el silencio en la platea, Melody sale a escena, viste para gustar a todos los públicos. A los más melómanos y a los más outsiders. Es una estrella del jazz y así se reivindica. Camina decisiva hacia el centro apoyada con el bastón que le confiere seguridad en la estática de su aun frágil sentido del equilibrio, se sube en una pequeña tarima de unos 4 o 5 centímetros, deja apoyado el bastón.

Un cañón de luz puntual ilumina su figura. Se acerca al micro, y empieza a cantar un blues ‘a capela’, acompañándose apenas de los chasquidos de sus dedos, el tintineo de una pulsera y con un golpe seco de tacón sobre la tarima, no hay quien se le resista.

«Me siento más cómoda escribiendo un blues porque entiendo el sufrimiento».

Melody es capaz de hacer vibrar, bailar y reflexionar al público en sólo una hora y media. Es magnífica y grande. Es efectista y fácil. Es futuro con esencia clásica. También es una mezcla de sonidos, y una sensación de poca definición en lo que quiere ser de mayor. De momento lo abarca todo, el público lo agradece, y el futuro dirá si define una línea artística o si su eclecticismo de músicas del mundo será su pasaporte para la historia.

Porque Melody Gardot es de esas cantantes a las que hay que ver, no basta escucharla, no, hay que verla, hay que admirar su salud vuelta belleza melódica, su voz como una dádiva para quienes tengamos la fortuna de disfrutarla ya sea en una butaca del Palau de la Música, en el festival Jazzaldia Donosti o, en el Olympia de París.

El jazz es un género exigente y Melody Gardot, lo engalana, lo luce, lo lleva por el mundo en los pasos que acompaña el bastón que le da seguridad y que magníficamente suple con el piano o la guitarra, instrumentos que no solamente la equilibran, sino que reafirman su lugar en el mundo.

Melody Gardot / Pizza Express Jazz Club, 3rd August 2015 / Melody Gardot (vocals, guitar, piano); Irwin Hall, James Casey (saxophone); Shareef Clayton (trumpet); Mitchell Long (guitar); Devin Greenwood (keyboards); Edwin Livingston (bass); Charles Staab (drums).

Cuando canta, Melody Gardot se dice, que puede tener cualquier edad y ser de cualquier lugar del mundo. Ni su edad ni su nacionalidad ni el idioma son límite para todo lo que ella es capaz. Podemos escucharla en “Mira” o “BabyI´m a fool” de su autoría y sentirnos encantados, como sucede también con “Somewhere over the rainbow” en una versión alegre y diferente; o su interpretación de “La vie en Rose” con firma propia o “Sodade” de Cesaria Evora con sentimiento tal que la vuelve anacrónica.

Y tampoco quiero concluir sin ofrecer una muestra de la sensibilidad con que Melody interpreta una curiosa versión de la canción Over the Rainbow, (homenaje a su abuela) en la que ella misma toca las escobillas sobre una caja sin más elementos que un set de batería, mientras el bajista arremete con su instrumento como si de una guitarra se tratara.

Fue en abril 2012 que vino a Barcelona, a presentar su último disco “Absence” con una memorable actuación en el Palau de la Música. «¡Qué lugar tan magnífico! Me acuerdo mucho de Barcelona y de su público. Me brindó una de las ovaciones más bellas que recuerdo. Me emocionó», recuerda. «Es una ciudad muy hermosa, tiene un alma particular. Solo en París y en Barcelona he tenido la sensación de caer en los brazos del público. Espero volver».

El arte y la música son alianza de sobrevivencia, curan el alma, porque crear es reinventar, sembrar testimonio de existir. Melody Gardot personifica lo anterior, sirena de escenario que escuchamos fascinados en cada canción con la que honra y celebra la vida.

No quisiera concluir esta reseña sin citar una de las frases preferidas de Melody, una cita de Louis Pasteur: “La suerte favorece a la mente preparada”.

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